Después de un duro día de pedaleo, con cuestas infernales, bajadas larguísimas, muchos kilómetros arrastrando el peso de las alforjas y un sol que nos enrojecía la piel, llega el momento de descansar. El menú de hoy básicamente era:
Por la mañana, un vasito de té y galletas.
Por la tarde, un sandwitch de una gasolinera.
Por la noche, mientras en la casa más cercana a donde habíamos acampado se comían una paella, nosotros teníamos otra noche más como plato fuerte del día, espaguetis y sucedáneo de carne de cerdo para darle algún sabor.
Pero hoy es distinto, y hoy de postre tenemos dos piruletas, que aunque estaban algo pegajosas por estar todo el día bajo el sol, para nosotros eran un gran premio. ¡¡Bendita hambre!!
Paco Rodríguez
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