La culminación fue un corredor de unos 60 grados de media que tendría unos 80 metros, este paso comenzaba saltando una grieta y tuvimos que asegurarlo, fué la zona donde más frio pasamos, estaba amaneciendo y era la hora más fria y había que progresar lentamente lo que me hizo temer en algunos momentos por la integridad de mis pies. Después de este corredor ya podiamos divisar el famoso hongo cimero un par de resaltes más y otro par de rampas y ya estabamos en la cumbre a las 7 de la mañana. Desgraciadamente la batería de la cámara de Pascual estaba tan fria que apenas nos dío para hacer un par de fotos y el frio era tan intenso que nos hizo abandonar rapidamente esa cumbre que tanto esfuerzo nos había costado alcanzar.
A partir de ahí hicimos varios rapeles aprovechando estacas que otras expediciones había abandonado anteriormente, bajamos bastante cansados ya que por el intenso frio apenas habiamos bebido ni comido durante el ascenso y solo nos pudimos recuperar un poco al abrigo de la tienda cuando alcanzamos el campo 1. Sin recrearnos demasiado desmontamos la tienda, recogimos todo y comenzamos el descenso. Cuando llegamos a la supergrieta volvimos a repetir la misma operación que a la subida, esta vez sin pensarlo tanto aunque el salto era un poco más complicado. De ahí alcanzamos sin más contratiempos el campo morrena y dos horas después el campo base. Aunque estabamos a 15 minutos de la carretera eran las cuatro y media de la tarde y teniamos muchas dudas de que a esas horas pudieramos encontrar ningún transporte, así que decidimos hacer noche en esa pradera para terminar el regreso al día siguiente.
Y bueno, eso es todo, luego vino la celebración y la continuación del viaje, pero esas cosas ya las contaremos cuando estemo ahi en una semana. Un abrazo para todos.
Miguel.